Riu riu riu

El Cancionero de Uppsala (1556), también conocido como Cancionero del Duque de Calabria o Cancionero de Venecia (por el lugar de su publicación), es un libro que contiene villancicos españoles de la época renacentista.

“Riu, riu, chiu”, incluído en el Cancionero de Uppsala, es posiblemente el villancico navideño más famoso del Renacimiento; prácticamente, no hay ensamble, coro o grupo vocal de música antigua que no lo incluya en su repertorio.

El refrán o estribillo original de este villancico dice:

Riu, Riu, Chiu,
la guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.

Nos viene a decir que, así como los grandes ríos suponen una barrera natural para los lobos, ofreciendo por tanto protección a los rebaños de los pastores de la orilla o ribera opuesta, Dios mantuvo inmune de toda mancha de pecado original a la Virgen María (simbolizada en este caso por una cordera).

Jesucristo, el Salvador prometido, tendría que venir a nosotros mediante un acto purísimo, libre de todo defecto o pecado, para que esto fuera así tendría que nacer en una mujer totalmente pura desde el punto de vista sobrenatural y moral. En el capítulo 3 del Génesis, después de pecar “nuestros primeros padres”, dice Dios a la serpiente: «Voy a poner perpetua enemistad entre tú y la mujer, entre tu linaje y su descendencia». En este caso, al tratarse de un villancico pastoril, se ha sustiuido la serpiente por el lobo.

Como vemos, se nos cuenta de una manera simbólica, que la Virgen María fue preservada del pecado original desde el primer instante de su concepción, es decir, de la inmaculada concepción de María.


Aquí podemos escuchar una espléndida interpretación del villancico interpretada por el ensemble  Accademia degli Imperfetti.





Riu, Riu, Chiu,
la guarda ribera,
Dios guardó el lobo
de nuestra cordera.

El lobo rabioso
la quiso morder,
mas Dios poderoso
la supo defender,
quísole hazer que
no pudiesse pecar:
ni aún original
esta virgen no tuviera.


Este qu’es nasçido
es el gran monarcha,
Christo patriarcha
de carne vestido.
[H]anos redimido
con se hazer chiquito,
aunque era infinito,
finito se hiziera.


Este viene a dar
a los muertos vida,
y viene a reparar
de todos la cayda.
Es la luz del día
aqueste moçuelo;
este es el cordero
que San Juan dixera.


Muchas profecías
lo [h]an profetizado,
y aún en nuestros días,
lo hemos alcançado;
a Dios humanado
vemos en el suelo,
y al hombre en el cielo
porque’l le quisiera.


Yo vi mil garçones
que andavan cantando,
por aquí volando
haziendo mil sones,
diziendo a gascones:
Gloria sea en el cielo
y paz en el suelo,
pues Jesús nasçiera.

Mira bien que os quadre
que ansina lo oyera:
que Dios no pudiera
hazerla más que madre;
el qu’ era su Padre,
[h]oy d’ ella nasçió,
y el que la crió,
su Hijo se dixera.


Pues que ya tenemos
lo que deseamos,
todos juntos vamos,
presentes llevemos;
todos le daremos
nuestra voluntad,
pues a se igualar
con el hombre viniera.